Carne
La carne es un producto alimenticio muy consumido en todo el planeta, y es que, ¿quién no disfruta de un jugoso pedazo de carne? Se basa en el músculo del animal, que puede ser ternero, pollo, cerdo, pavo, cabra, entre otros.
Siempre ha existido la interrogante a cerca de cuanto engorda o si la carne no engorda. La respuesta a esto depende de muchos factores tanto al momento de elegir el origen de la carne que desea consumirse, el tipo de corte y la forma de cocinarse y condimentarse. Sin embargo, sí es importante recalcar que la carne no es un producto que sea rico en grasas en su totalidad, ya que contiene muchos nutrientes necesarios para el correcto funcionamiento de nuestro organismo.
La carne y su influencia en la nutrición
Es consumida desde hace millones de años, incluso los anteriores a Cristo. La necesidad del hombre por alimentarse lo llevó a construir sus armas de caza y optar por matar a una criatura viviente para su subsistencia.
Existen muchos tipos de carne, y además de la división en cuanto a su origen, también existe una clasificación en cuanto al color, donde encontramos carne blanca y carne roja. Las carnes blancas como su nombre lo indica, carecen de coloración, y la razón es por su bajo o nulo contenido de hierro. Las carnes rojas, en cambio están provistas de mucho hierro que les da esa coloración característica. La carne blanca la podemos encontrar en el pollo, conejo, pavo y carne magra del cerdo. La carne roja, es propia del cordero, bueyes, etc.
Ahora que sabemos la clasificación universal de las carnes, vamos con los nutrientes y ventajas. Es muy rica en vitaminas del complejo B, proteínas, minerales como el zinc y el hierro, y grasa. De las vitaminas del complejo B importantes, están la B9 o folato, que evita malformaciones fetales del tubo neural, lo cual provoca que las estructuras de nuestro sistema nervioso central, como el encéfalo (cerebro) y medula espinal se desarrollen adecuadamente y sea posible la vida.
La vitamina B12 es primordial para mantener unas buenas neuronas y glóbulos rojos y en la síntesis de ácidos nucleicos que guardan nuestra información genética. El hierro forma parte de nuestros glóbulos rojos o eritrocitos, encargados de oxigenar los tejidos de nuestro cuerpo. Las proteínas nos ayudan en infinidad de procesos biológicos y para el buen desarrollo de nuestros músculos.
La deficiencia de vitamina B12 y hierro provocan anemia. En ella nuestros glóbulos rojos, y propiamente la hemoglobina presente en ellos, no oxigenan bien nuestros tejidos y órganos. Los síntomas más comunes son palidez, disnea (problema para respirar), y cansancio. Si no se resuelve puede ser fatal. Algo que hay que saber, que la vitamina B12 está presente solo en productos de origen animal, mas no en los de origen vegetal.
Las personas que deciden llevar una dieta vegetariana deben optar por adquirir los nutrientes de la carne en vitaminas y productos fortificados de origen sintético, algo quizá no muy favorecedor a largo plazo.
¿Qué tanto engorda la carne?
La carne además de su gran contenido nutricional también posee grasa que puede traernos algunos trastornos con nuestra salud. Ahora bien, la carne magra es la no posee grasa o contiene un mínimo de ella y es la que debemos consumir. La carne con grandes capas de grasa, obviamente por su gran contenido calórico nos va a causar un aumento de peso. La carne de res y cerdo que menos contenido de grasa posee es la parte del lomo.
Ahora bien, si deseamos otro corte, hay que eliminar la mayor cantidad de grasa que se pueda y además de la grasa externa, también hay que ver que en el interior de la carne no exista mucha cantidad de grasa. En cuanto al pollo también debe eliminarse la grasa y la piel, para un contenido más magro.
Habiendo elegido un buen corte de carne, pasamos a la forma de cocinarla. No se debe marinar con aderezos grasos, ni freírse. Al freírla le estamos añadiendo grasas saturadas a nuestra carne. Lo ideal es el asado, ya que no utilizamos aceites o mantecas que puedan alterarla. Al asarla, solo debe dársele vuelta una vez, pues una carne seca o muy cocida no nos aportará el contenido vitamínico que queremos. Cocerla es otra muy buena opción, siempre y cuando no se le agreguen productos grasos.
Las carnes procesadas son las que contienen más grasas saturadas. Recientemente la OMS alertó del contenido carcinógeno de este tipo de carnes, por ello cuanto menos las consumas, más te lo agradecerá tu cuerpo.
Como dato importante hay que tener cuidado con la salud de la carne que compramos. Muchos animales como la vaca y el cerdo pueden transmitirnos infecciones. La cisticercosis es la enfermedad parasitaria que nos pueden transmitir, puede llegar a causar calcificaciones graves y mortales en nuestro cerebro. Los cisticercos o forma larvaria de la Taenia, se adhieren tanto al músculo como a otros órganos del animal, y se pueden ver como pequeños depósitos blancos en la carne. Por lo tanto, si ves carne con este aspecto, no la compres.
El pollo no debe lavarse antes de cocinarse, sin embargo, hay que tener en cuenta, que las bacterias que comúnmente se encuentran en el pollo (campylobacter, Salmonella, E. coli), solamente se eliminarán durante el proceso de cocción y no lavándose como erróneamente se cree.
El hecho de haber recalcado los múltiples beneficios de la carne y tanto los cortes y la forma de cocinarla, no quiere decir que debas de comer carne todos los días. La OMS recomienda no más de 500g de carne a la semana, aproximadamente una libra, y lo mínimo de carnes procesadas. Otras fuentes aconsejan no comerla más de dos veces a la semana, sin especificar la cantidad. Podríamos optar por comer 250 gramos un día y el resto lo otro, para así completar la cantidad recomendada y poder disfrutar que este rico producto animal.
Al seguir las recomendaciones sobre las porciones a consumir y elegir bien el tipo de corte de la carne, cuidando que sea lo más magra posible, podremos incluir tranquilamente estos alimentos en nuestra dieta, sin preocuparnos por la ganancia de peso, pero obteniendo todos los nutrientes que son capaces de aportarnos.