“Nada más sabroso que una buena mermelada”, decía la abuela al servir los suculentos desayunos que preparaba. Untar un poco de aquella mágica receta nos hacía felices. En casa nadie sufría de sobrepeso y no había comentario alguno relacionado con diabetes, obesidad o cualquier vínculo con estados mórbidos. Más bien nos decía: “muchachos, coman mermelada es de fruta fresca y aprovechan las vitaminas y la energía que les dará para batallar con el resto del día”.
Tenía razón. Un poco de mermelada sobre una rebanada de pan tostado, bizcochos o galletas, un trozo de queso, tocino, jugo de alguna fruta, mantequilla, huevos y lo que le provoque, proporcionan suficientes calorías para comenzar el día cargado de alegría, lleno de ánimo y vitalidad. Pero, ¿engorda la mermelada?
Propiedades alimenticias de la mermelada
Comencemos por señalar que la mermelada nació como una de las maneras para preservar las frutas y cuidar sus propiedades. Culinariamente se diferencia de la jalea y de los dulces de fruta por la técnica y la manera de prepararse. La jalea es un producto de consistencia más liviana, sin trozos de fruta y comúnmente suele prepararse hirviendo en agua la fruta para extraer sus jugos, la pectina y el máximo de contenido líquido, para luego descartar la pulpa y los trozos. Este jugo resultante se lleva nuevamente a hervir y se la agrega azúcar al gusto; algunas veces se le añade gelatina hasta alcanzar la viscosidad y espesor deseado. Como no tiene pulpa o trozos de la fruta escogida, la jalea resulta más fácil de untar y degustar, pero podemos señalar en su contra que no aporta fibras a nuestro organismo, y el doble hervor puede restar propiedades alimenticias; específicamente, anular las bondades que aporta a nuestro cuerpo relacionadas con la ingesta de vitaminas.
Por su parte, la mermelada posee una técnica milenaria que permite conservar las características de las frutas. El proceso de preparación es más largo que el de la cocción para realizar una jalea. La mermelada, de acuerdo con la técnica más utilizada, lleva de tres a cuatro días para lograr un producto que respete las características de la fruta, que preserve sus propiedades y sea fiel a su sabor.
La fruta cortada en trozos, incluida la cascara en muchas oportunidades (mermeladas cítricas de limón, naranja o toronja), es dejada remojando de tres a cuatro días. Luego que ha soltado la pectina, se cocina a fuego lento con azúcar y si es una fruta que no es cítrica se le agrega un poco de jugo de limón, con lo cual se obtiene un producto delicioso: una sustancia dulce y gelatinosa con trozos de fruta.
La mermelada
Ahora bien, podemos afirmar que, salvo por la prohibición médica a raíz de problemas de salud, un poco de jalea o mermelada con el desayuno no afecta la dieta si sabemos calcular la cantidad adecuada. Nuestro organismo, que viene aletargado y espera recibir nutrientes luego del periodo nocturno de sueño y reposo, comienza a procesar la carga calórica de los alimentos matutinos después del ayuno de la noche anterior, y durante la actividad del resto del día se encargará de quemar las calorías que podríamos en exceso ingerir.
Una mermelada bien preparada además de brindar calorías, vitaminas y fibras alimenticias, aporta azucares que nuestro organismo (junto con otros alimentos) utilizará como combustible para mantenernos activos, atentos y despiertos para enfrentar los retos que nos propone el día a día.