Frutos secos
Al encontrarnos en planes para la pérdida de peso, cualquier alimento en el que salga a relucir la palabra “grasa” o “aceites”, automáticamente encenderá la luz de alerta en nuestra mente y pensaremos que lo mejor es evitar esa comida. Sin embargo, esto no es cierto en todos los casos, principalmente cuando nos encontramos frente a los productos de la naturaleza, como frutas, verduras e incluso los frutos secos.
Para su correcto funcionamiento, nuestro cuerpo necesita de un balance adecuado de nutrientes, incluso de grasas y calorías. Las grasas, calorías o energía proporcionadas por determinados alimentos de origen natural, pueden llegar a ser benéficas para el cuerpo, ya que impiden que se acumulen “grasas malas” y ayudan a que estas se procesen mejor en nuestro organismo.
Una fuente importante de estas grasas o aceites naturales son los frutos secos. Debido a esta cualidad, ha persistido la creencia popular de que deben ser eliminados de una dieta saludable, porque pueden llegar a engordar, sin embargo, esta afirmación ha demostrado estar alejada de la realidad y estudios recientes demuestran que incluir los frutos secos en nuestra dieta puede incluso ayudarnos a quemar mejor los depósitos de grasa acumulada en el cuerpo, con la consiguiente pérdida de peso.
Los frutos secos
Nueces, almendras, pistachos, avellanas, maní, etc; existe una buena variedad de frutos secos que se pueden incorporar en nuestra dieta diaria, no solamente en preparación dulces como pasteles, sino también como parte de platillos fuertes o salados, por ejemplo en ensaladas, guisos y un amplio etcétera.
A continuación explicamos algunas razones por las que son buenos los frutos secos y sobre todo porqué el consumo de estos no hará que engordemos.
Reducen el colesterol malo
Nuestro cuerpo precisa de grasas, sin embargo, los alimentos que consumimos suelen proveer grasas saturadas, o lo que se conoce como “colesterol malo”, el cual termina por acumularse en las venas provocando problemas cardiovasculares.
Los frutos secos son una fuente importante de grasas saludables o insaturadas, es decir “colesterol bueno”, el cual impide que el colesterol malo se acumule en las venas, por lo que se podría decir que funciona como un sistema de protección para el sistema cardiovascular.
Son fuente de antioxidantes
Las vitaminas C y E contenidas en los frutos secos proveen antioxidantes a nuestro organismo, los cuales tienen la función de combatir los radicales libres, lo que nos ayuda a prevenir el envejecimiento prematura y a la vez combatir las enfermedades degenerativas que se producen debido a este.
Contienen ácido fólico
Sabemos la importancia del ácido fólico en las primeras etapas del embarazo como medio de prevención de malformaciones en el bebé; pero el ácido fólico también puede ayudarnos en muchas otras situaciones, por ejemplo, nos ayuda a mejorar las defensas aumentando nuestra respuesta ante situaciones de estrés, reduce los síntomas del síndrome pre menstrual y nos ayuda a combatir la fatiga.
Nutrientes
Si bien su pequeño tamaño, estos frutos son grandes en aporte de nutrientes. Contienen proteínas indispensables en la formación y mantenimiento de los músculos, aportan flavonoides, son una rica fuente de minerales, fósforo, zinc, hierro, calcio y potasio entre muchas otras cualidades.
Capacidad saciante
Debido al alto contenido de fibra y proteínas que se puede encontrar en los frutos secos, estos tienen la capacidad de ofrecer un estado de saciedad que se mantiene por más tiempo. Esto puede ser de gran ayuda ya que nos ayuda a controlar la cantidad de otros alimentos menos saludables que podríamos consumir.
Debido a que nuestro sistema se mantendrá “lleno” por más tiempo, el metabolismo permanece activo por un tiempo más prolongado; el beneficio de esto es que quemaremos una mayor cantidad de calorías en estado de reposo.
¿Cómo incluir los frutos secos en nuestra dieta?
Ya hemos dejado claro que no es malo comer frutos secos, lo importante es conocer las proporciones diarias de este alimento que podemos permitirnos de forma equilibrada. La recomendación es que no excedamos una porción de entre 25 a 30 gramos de frutos secos por día, es decir el equivalente a un puño cerrado. Esta porción la podemos racionar a lo largo del día para mejorar sus beneficios.
Los mejores frutos secos para incluir en nuestra dieta diaria son los siguientes:
Nueces
Entre todos los frutos secos, las nueces son la mejor fuente de Omega 3, un poderoso antioxidante natural. De hecho, en estudios recientes se ha clasificado a las nueces como un “súper alimento”, debido a su aporte de colesterol bueno que ayuda a disminuir el colesterol malo, su capacidad para mantener el buen funcionamiento del sistema cardiovascular, además de que puede ayudar a prevenir la osteoporosis y controlar el peso corporal.
Almendras
Son una de las mejores fuentes de vitamina E; de hecho, una porción diaria de almendras constituye cerca de la tercera parte de la dosis diaria de esta vitamina que nuestro cuerpo necesita. Al igual que las nueces nos ayudan a controlar el peso corporal debido a su capacidad para absorber grasas; son también una buena fuente de antioxidantes.
Maní
El maní es en realidad una legumbre, sin embargo, es más conocido como un fruto seco y suele mezclarse con estos en productos envasados. Los beneficios del maní son muchos: ayuda a mermar el deterioro cognitivo, mejora el desarrollo del cerebro del bebé durante el embarazo, además de contener también ácido fólico y vitamina E.
Pistachos
Contienen una buena cantidad de antioxidantes que nos ayudarían a disminuir principalmente el deterioro de los músculos. Una de las cualidades de los pistachos es que son el fruto seco que mayor sensación de saciedad produce, por lo que comúnmente se recomienda su consumo entre comidas para evitar otro tipo de picoteos que interfieran con un plan de alimentación saludable.
Si deseamos incorporar los frutos secos en nuestra dieta es importante que busquemos que sean completamente naturales, de preferencia buscar que tengan el sello de productos orgánicos, es decir sin añadidos adicionales como sal o azúcar y que no hayan pasado por procesos industriales en los que se añadan aceites o conservantes.